MERCURIO | (Poem by Aira)

MERCURIO

En esos tiempos la ira se convirtió en indiferencia
y mi soledad se vio pronunciada, nadie era quien decía ser.

Bajo la premisa, aquel celeste maravilloso,
se manifestó tras una nube de mentiras,
quedando para siempre grabada en el hielo de mi frío
y distante corazón rocoso.

A veces, destellos incandescentes
de su remoto resplandor se vislumbraban en la lejanía
para recordarme, de forma difusa, que no estoy solo.

Comprendiendo parte de mi papel en el Universo,
diversos planetas aparecieron en órbita.
Y de la inmensidad de la creación de aquel Dios,
supremo, misericordioso y benevolente, nueve planetas,
girando al rededor de un amor cósmico volcánico,
explosivo e intenso, protegían con virtudes a cada ser viviente.

Bendito con tres, Caronte, Nix e Hidra, siempre estuve seguro.

Entonces, de extremo a extremo,
cerca de la bola de fuego, la vi,
a 5.855.610.000 (km),
Cálida, ligera, distante a intensa,
con un corazón duro como la roca,
brillante y valioso como el metal más puro,
combustión íntima heredada de las ascuas.

Veloz, sagaz y sublime,
entró en mi campo para mostrarme en días,
lo que yo hubiese tardado años.
Y a pesar de verla cuatro veces por abril,
corriendo en círculos por los mismos pasajes de mi sol interior,
abrió puertas secretas y me dejé tentar por el calor de su dureza.

Por esto, pesar que estemos al extremo de los cielos y al extremo de la guarda.
Si yo te doy estrellas, tu me das violetas; que si yo pasmo tu rencor,
te ruego, enciendas mi azul.

Aira, aquel individuo.